de tanta sabiduría
como amontonó, vivía
brillantemente sombrío.
Y el agua de sonreía.
Tan sombrío llegó a estar
(nada el agua le divierte)
que después de meditar,
tomó el camino del mar,
es decir, el de la muerte.
Reíste tú junto al río
niño solar. Y ese día
el pez más viejo del río
se quitó el aire sombrío.
Y el agua te sonreía.
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