Se estaba acercando ya la fecha de la primavera y no se ponían de acuerdo y sin un duendecillo no había primavera. Todos los demás lo intentaban convencer diciéndole lo bonita que era la primavera: flores de colores, almendros en flor, el suelo lleno de césped, campos verdes... Pero él seguía en su mundo, no quería la primavera.
-¿Por qué no quieres la primavera? -le preguntaron
-Porque tengo alergia al polen, estornudo mucho y me pica la nariz. -contestó
Llegó el día 21 y aún todavía no había ni un rayo de sol ni una flor abierta. Los niños en los parques seguían con gorros y bufandas y tirititando de frío. Los duendecillos escucharon que un niño dijo:
-¡Qué ganas tengo de que llegue la primavera! Aunque tenga alergia al polen, porque mi mamá me compra un jarabe para no tener molestias. -Grito el niño.
Los duendes fueron corriendo a comprar ese jarabe y cuando llegaron a su casa se lo enseñaron. Y el dijo:
-¿Esto para que es?
-Hemos escuchado a un niño en el parque decir que en primavera se lo tomaba y se le quitaban las molestias. ¡Pruébalo tú y veras como te empezará a gustar la primavera! -le respondieron.
Se lo tomó y se pusieron manos a la obra y cuando acabaron todos los niños salieron a la calle para jugar en los parques. Y ese duendecillo fue el más feliz de todos.
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